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Nuestra mala costumbre de querer cambiar a las personas

  • Foto del escritor: Psicología y Vida
    Psicología y Vida
  • 11 feb 2021
  • 2 Min. de lectura


Muchas veces, a lo largo de mi vida he querido cambiar a personas que están a mi alrededor. A veces porque siento que si cambian ciertos aspectos de sus vidas podrían estar mejor y otras porque me disgustan cosas de ellas. ¿Te ha pasado?


A veces cargamos con la exigencia que debemos de cambiar a las personas, especialmente a personas que queremos. Incluso en ocasiones lo tomamos como si fuera nuestra meta o nuestra misión en la vida, como si fuéramos Dios. Cuando adquirimos este rol nos encontramos con momentos de frustración, decepción, cansancio, tristeza o enojo esto porque nosotros jamás vamos a poder cambiar a las personas.


Ahora, teniendo en cuenta que NO podemos cambiar a las personas que nos rodean, tenemos dos opciones: aceptarla o alejarse. Pero en ningún momento estará presente la opción de modificar la forma de ser de otros. Aún cuando es para el bien de ellos, según nuestra percepción.


¿Qué podemos hacer si decidimos aceptar a la persona? Ten en cuenta que si lo aceptamos podemos poner en práctica las siguientes cosas:


1. Aceptar que la perfección no existe: Cada persona es diferente y singular. Todos podemos crecer, aprender y cambiar juntos si nos lo proponemos nosotros mismos de forma voluntaria, como una forma de evolucionar y transformarnos como mejores seres humanos.


2. Poner nuestra atención en los aspectos positivos de la otra persona: Esto es un aspecto esencial en las relaciones de pareja, amistad y aún más, con los hijos, estimulando y potenciando los puntos fuertes.


3. Exteriorizar y compartir lo que nos molesta que haga la otra persona: De manera ASERTIVA, le decimos lo que nos afecta, en primera persona. Hablamos de qué hace que nos molesta, en vez de cómo es. Debemos centrarnos en los hechos, por ejemplo, "No me gusta que hagas tal cosa…." versus "Odio que siempre seas así."

4. Enfocarnos en buscar soluciones, no en el problema.


5. Actuar nosotros mismos como modelo de aquello que queremos cambiar en la otra persona. Seamos el cambio que queremos ver.



Con este último punto es importante también evaluarnos a nosotros mismos. Los demás no siempre son los que tienen que hacer el cambio. Nosotros jugamos un papel importante en nuestras relaciones, por eso debemos de preguntarnos:


* ¿Qué parte de responsabilidad tenemos en la conducta o actitud de la otra persona (amistad, pareja, hijos, alumnos, compañeros de equipo)?


* ¿Cómo cambiarían nuestras relaciones si cambiáramos nuestra actitud y probáramos otras tácticas frente lo que “nos molesta” de los demás?


Si sientes que hay aspectos tuyos que necesitas cambiar puedes leer más acerca de este tema en nuestra entrada: https://www.psicologiayvida.org/post/cada-quién-es-como-es-y-no-puede-cambiar


MSc. Peggy Monterroso P.

 
 
 

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